sábado, 27 de noviembre de 2010

Tu ausencia anunciaba el inevitable final.

Tu silencio ya era el adiós que no me atrevía aceptar, porque quería que me lo dijeras sin titubear. Y dulce y tierno, te despediste, besándome diferente.

Y tus palabras por más tiernas que fueron, no lograron mi corazón tranquilizar, y una daga clavaron sin poderlo remediar.

Y esos ojos verde mar, que nunca más volveré a mirar; me decían con frialdad, no te amo más.

Y esa plaza con arboles, que muchas veces con su sombra nos cubrió; lejana de mi se encontrará.

Y la arena testigo de nuestra entrega total, se irá con los recuerdos de nuestra felicidad.

Y la luna, que nos acompañó por nuestros paseos románticos a la orilla del mar, se preguntará que paso; y como responderle que el amor se terminó.

Fue un sueño nada más, que nos hizo huir de la realidad, sin futuro, sin preguntas; disfrutando con intensidad los efímeros momentos, que fueron una falacia nada más.

Fue un sueño hermoso, y debía despertar, sabía que no había futuro ni un mañana desde tiempo atrás.

Te amé y eso es verdad; y si no lo sentiste, seré fácil de olvidar; pero quedarán los poemas como prueba de mi amor y de mi adiós.

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